BÚHO REAL POSADO SOBRE UN TEJADO DE COLMENAR VIEJO
17 de marzo de 2.020
VÍDEO: BÚHO REAL POSADO SOBRE EL TEJADO DE ... COLMENAR
Búho real (Bubo
bubo)
La jornada del pasado 17 de marzo resultó venturosa desde el punto de vista ornitológico; digamos que de agradecer, en estos días de confinamiento general por motivo del coronavirus que, tan gravemente, nos está afectando.
Las observaciones de aves que normalmente visualizo desde la ventana de la buhardilla son interesantes aunque, normalmente, bastante repetitivas, si bien el paisaje de La Cuerda Larga que se divisa por encima de las casas de esta zona de Colmenar es siempre impresionante.
En una primera ojeada sobre los tejados se ven, mayoritariamente, estorninos negros. Algunas parejas anidan en el interior de algunas chimeneas y se las puede hacer un seguimiento en sus cebas sucesivas a primeras horas de la mañana.
La lista se completa con otras aves como: gorrión común, tórtola turca, paloma torcaz, mirlo mañanero, verderón, verdecillo, colirrojo tizón, urraca, cigüeña en tres nidos hacia el norte sobre dos cedros y torre de comunicación, respectivamente.
Sobrevolando el cielo, en busca y captura de insectos, destacan el avión común y, en los últimos días, el vencejo. También diariamente cruzan el cielo cigüeñas blancas, las dos especies de buitres, milano real ...
La lista se completa con otras aves como: gorrión común, tórtola turca, paloma torcaz, mirlo mañanero, verderón, verdecillo, colirrojo tizón, urraca, cigüeña en tres nidos hacia el norte sobre dos cedros y torre de comunicación, respectivamente.
Sobrevolando el cielo, en busca y captura de insectos, destacan el avión común y, en los últimos días, el vencejo. También diariamente cruzan el cielo cigüeñas blancas, las dos especies de buitres, milano real ...
Sin embargo y, siguiendo con lo apuntado en el inicio, todo cambió en la mañana del pasado viernes respecto a esta variopinta normalidad que acabo de exponer en el párrafo superior.
En la anterior entrada del blog ya quedó expuesto en un vídeo la súbita aparición, pasado el mediodía, de un ejemplar de cernícalo vulgar macho cruzando raudo mi campo de visión en la ventana para posarse a continuación sobre una chimenea próxima con un verderón entre sus garras; durante varios minutos lo fue devorando hasta que desapareció posteriormente con la presa.
Tras editar el vídeo rápidamente del evento pajaril e informar en el wassat de Anapri, me acerqué de nuevo a la ventana para echar un vistazo rutinario y, cual no fue mi asombro, al descubrir sobre un tejado también cercano la impresionante figura del duque de la noche, un búho real majestuoso, mirando de frente, tranquilo e inmóvil, hacia mi posición.
Durante las tres horas y media que duró su estancia impasible en el lugar, solo se permitió algunos ligeros movimientos, unos de giro de cabeza y, otros, cerrando los párpados simulando dormitar a ratos.
A la media hora de pemanencia en el tejado aparecieron las urracas, primero dos y luego se amplió el número hasta cinco. Las guardianas de todo territorio, tanto urbano como campestre, intentaron con movimientos y llamadas de alarma agresivas ahuyentar al inesperado visitante, pero el búho permaceció imperturbable ante tales intentos. Tras su fracaso, las urracas desistieron y desaparecieron de la escena.
Así fue pasando la tarde. Nos llamó la atención, a mi mujer y a mí, la observación de una cuerda que le oprimía la parte inferior de la pata izquierda. Nos preocupaba esta circunstancia, pues pensábamos que la causa podría estar relacionada con un cautiverio sufrido en una etapa anterior; incluso cabilábamos sobre el motivo del aterrizaje en el tejado, achacándolo a problemas de movilidad, si bien, aparentemente, ofrecía una impresión de buen estado físico.
Ya avanzada la tarde dormitó durante algunos momentos y, cuando manteníamos la incertidumbre de su devenir en el tejado, arrancó en un vuelo rasante y potente hacia el este y desapareció de nuestra vista, dejándonos con un doble sentimiento, por una parte de satisfacción pues demostró con su vuelo que estaba sano y en buenas condiciones físicas y, por otra, con algo de nostalgia al intuir que habíamos vivido una tarde mágica y, que casi seguro, sería irrepetible en nuestro vida de aficionados a las aves.
Le deseamos buena primavera; puede que no forme pareja actualmente, ni cuide pollos en el cantil, pero seguro que su vida será libre y salvaje.
En la anterior entrada del blog ya quedó expuesto en un vídeo la súbita aparición, pasado el mediodía, de un ejemplar de cernícalo vulgar macho cruzando raudo mi campo de visión en la ventana para posarse a continuación sobre una chimenea próxima con un verderón entre sus garras; durante varios minutos lo fue devorando hasta que desapareció posteriormente con la presa.
Tras editar el vídeo rápidamente del evento pajaril e informar en el wassat de Anapri, me acerqué de nuevo a la ventana para echar un vistazo rutinario y, cual no fue mi asombro, al descubrir sobre un tejado también cercano la impresionante figura del duque de la noche, un búho real majestuoso, mirando de frente, tranquilo e inmóvil, hacia mi posición.
Durante las tres horas y media que duró su estancia impasible en el lugar, solo se permitió algunos ligeros movimientos, unos de giro de cabeza y, otros, cerrando los párpados simulando dormitar a ratos.
A la media hora de pemanencia en el tejado aparecieron las urracas, primero dos y luego se amplió el número hasta cinco. Las guardianas de todo territorio, tanto urbano como campestre, intentaron con movimientos y llamadas de alarma agresivas ahuyentar al inesperado visitante, pero el búho permaceció imperturbable ante tales intentos. Tras su fracaso, las urracas desistieron y desaparecieron de la escena.
Así fue pasando la tarde. Nos llamó la atención, a mi mujer y a mí, la observación de una cuerda que le oprimía la parte inferior de la pata izquierda. Nos preocupaba esta circunstancia, pues pensábamos que la causa podría estar relacionada con un cautiverio sufrido en una etapa anterior; incluso cabilábamos sobre el motivo del aterrizaje en el tejado, achacándolo a problemas de movilidad, si bien, aparentemente, ofrecía una impresión de buen estado físico.
Ya avanzada la tarde dormitó durante algunos momentos y, cuando manteníamos la incertidumbre de su devenir en el tejado, arrancó en un vuelo rasante y potente hacia el este y desapareció de nuestra vista, dejándonos con un doble sentimiento, por una parte de satisfacción pues demostró con su vuelo que estaba sano y en buenas condiciones físicas y, por otra, con algo de nostalgia al intuir que habíamos vivido una tarde mágica y, que casi seguro, sería irrepetible en nuestro vida de aficionados a las aves.
Le deseamos buena primavera; puede que no forme pareja actualmente, ni cuide pollos en el cantil, pero seguro que su vida será libre y salvaje.
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