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miércoles, 30 de diciembre de 2015

PASEO EN BICI POR LOS ALREDEDORES DE VILLAFRUELA (28 de agosto de 2.014)

PASEO  EN  BICI  POR LOS ALREDEDORES DE VILLAFRUELA
(28 de agosto de 2.014)
 (Cilleruelo, Enebral de Lerma, Avellanosa, Paúles del Agua, Iglesiarrubia, Villafruela)
 La segunda quincena de agosto de este año la he pasado en Villafruela junto a mi madre, que disfruta del verano en la casa familiar, y mi sobrino Javier que ha compaginado un trabajo en prácticas en el restaurante “La Posada de Eufrasio” de Lerma, con gratas veladas con su cuadrilla en el pueblo.

 El 16 de agosto estrené este periodo estival con la celebración de quintos del 54 por todo lo alto, con música de dulzaineros de Aranda, buena comida y grata compañía. Posteriormente, aproveché dos tardes para realizar sendas salidas en bici que tuvieron como inicio el camino de Cilleruelo. En la primera continué, después de atravesar el pueblo, en dirección sur, y me dirigí hacia el valle del Esqueva, recorriendo los pueblos de Cabañes, Pinillos, Terradillos, Villatuelda y Torresandino, antes de finalizar la ruta en Villafruela.
 La segunda salida fue el 28 de agosto, jueves. (Me permitiré la licencia de narrarla en presente). Cerca de Cilleruelo diviso una torre de piedra hacia la izquierda del camino, de la cual ya me había hablado el primo Javi de Vitoria, el pasado verano. Tomo el camino que apunta en ese sentido y, tras un rodeo innecesario, accedo a dicha torre que, sorprendentemente, está en medio de una extensa finca con un viñedo y diversas hileras de árboles frutales (almendros, nogales…). Me sorprende la iniciativa del dueño por haber plantado semejantes cultivos en medio del páramo. Las viñas presentan un saludable aspecto con generosos racimos a modo de ubre en su parte inferior.



  Después de esta primera sorpresa de la tarde, retomo la marcha y me dirijo hacia el monte que llaman de Fontioso (El enebral de Lerma), con la intención de bordearlo por la derecha y así acercarme a los campos de espliego que ya había visitado la semana anterior a la vuelta de acompañar a Javier a Lerma.
  El camino es llano, con buen firme y, optando por el de la izquierda en una bifurcación, llego enseguida a un amplio sabinar con claros de cereal dispersos. Su estado de conservación me parece mucho mejor que en el pasado, gracias a la prohibición de quemar rastrojeras al final del verano, como era costumbre antaño. Una hilera de sabinas centenarias bordea el monte y, en menos que canta un gallo, me topo con la segunda sorpresa de la tarde, unos campos de lavanda que son como un regalo para los sentidos en medio de estas tierras de pan llevar.


 Disfruto de los espliegos y reinicio la ruta hacia el encinar de la Andaya. Cruzo el Valle Grande y el arroyo que llaman de Valtrasero; después asciendo una suave subidita mientras cavilo sobre la idoneidad de esta ruta para los primos y amigos con los que comparto paseos y cañas en el pueblo durante estos días. La dejaremos para otro año. Durante el verano anterior visitamos el Torreón de la Greda en el páramo de Cerrato.
 Sigo por la carretera de Lerma, BU-114 y, en suave descenso, atravieso un encinar con encanto que también he recorrido y fotografiado en las sucesivas visitas a la cabeza de partido. En pocos reductos de antiguos encinares se pueden descubrir tantos ejemplares centenarios como en éste, lo que hace del lugar un paraje singular que rememora tiempos en que el bosque era fuente inagotable y sostenible de recursos variados; madera, leña, carboneo, pastoreo… Lástima, la suciedad que muestran las cunetas, indicio de nuestra falta de sensibilidad por la naturaleza.

 Por este entorno discurren también, la Cañada Real de las Merinas, que acercaba las ovejas merinas trashumantes desde la Sierra de la Demanda hasta la Cañada Oriental Leonesa, ya cerca de Valladolid; y el ferrocarril Madrid-Burgos, ya en desuso. Ojalá se convierta lo antes posible en vía verde ...




 Pasado el encinar y, donde acaba la bajada, giro hacia la izquierda para completar, ya en el atardecer, el recorrido por el triángulo de pueblos: Avellanosa de Muñó, Paúles del Agua, (con recuerdo para los amigos de Zequi y Ceci), e Iglesiarrubia. Son pueblos donde, en su término, destacan los campos de girasol con la floración casi finalizada entre los de cereales (cebada, trigo) ya cosechados. Se van despoblando paulatinamente como casi todos los pueblos de Castilla; no se ve casi gente en sus calles, ni en pleno agosto ¡qué será en los meses de invierno…!

 Ya de regreso y, cerca de la carretera de Lerma, diviso a la izquierda una plantación de encinas jóvenes en cuadrícula, que me hace pensar que estarán micorrizadas con trufa; una inversión a futuro que está de moda por estos rincones de Castilla…


  Por fin, estoy pedaleando por la carretera comarcal BU-114 con rumbo a Villafruela. Quedan unos 9 km de largas rectas en el páramo, lo que me permite contemplar una fantástica puesta de sol, que no por clásica en estos lares, deja de sorprenderme; y así acabo el periplo de unos 40 Km con un buen recuerdo. Ya solo quedan la bajada hacia el río y la subida, callejeando por el casco urbano hasta el Sotechao de la plaza, donde aparco la bici amiga.






F  I  N